14/5/13

COMPAÑÍAS TEATRALES EN EL SIGLO XVII


Un escritor costumbrista del siglo XVII, Rojas Villandrando, nos ha dejado una sorprendente descripción de todos los modelos de compañía teatral de la época, desde los más humildes hasta las grandes compañías. Existen ocho tipos de compañías, por orden de importancia y tamaño: Bululú, Ñaque, Gangarilla, Cambaleo, Garnacha, Bojiganga, Farándula y Compañía. 
Bululú era un solo actor, poco más que un vagabundo, que caminaba a pie por los pueblos, y solía actuar a cambio de una limosna, en una casa particular. Iba sucesivamente representando todos los papeles de una comedia.
Ñaque eran dos hombres que solían representar entremeses o piezas breves ante el pueblo, al que juntaban a golpe de tambor. 
Gangarilla era un grupo de cuatro hombres, de ellos uno un muchacho que hacía papeles femeninos, y otro generalmente músico. Representaban autos sencillos, con un mínimo de equipaje y casi sin vestuario. 
Cambaleo era un grupo de cinco hombres y una mujer. Disponían de un repertorio más amplio: una comedia, dos autos, varios entremeses. Disponían también de algunos -pocos- elementos de vestuario.
Garnacha era un grupo de cinco o seis hombres, más una mujer y un muchacho que pudiera hacer papeles femeninos. Disponían ya de un mínimo de vestuario y pelucas. Su repertorio era extenso: cuatro comedias, tres autos y tres entremeses.  
Bojiganga eran dos mujeres, un muchacho -seguramente también para papeles femeninos- y seis o siete hombres. Su repertorio también se ampliaba: seis comedias, tres o cuatro autos y cinco entremeses. Precisaban ya de varios animales para que cargaran la impedimenta e incluso, turnándose, a los propios comediantes. 
La Farándula es ya casi una compañía. Incorpora a tres mujeres y varios hombres. Su equipaje y vestuario es abundante, y precisan de carros para poderse trasladar a los buenos pueblos, y quizá también para montar sobre ellos los escenarios, donde representaban las ocho o diez comedias que tenían por repertorio. 
La Compañía es el máximo exponente: es ya muy numerosa. Villandrando habla de treinta personas, lo que es seguramente exagerado, aunque puntualiza que representan unas dieciséis, incluyendo, por supuesto, varias mujeres.
En España, las mujeres tenían permitido actuar (aunque debían estar casadas), pero no ocurría lo mismo en otros países europeos en los que la profesión estaba tan mal vista que eran hombres disfrazados los que hacían los papeles femeninos. De hecho, al principio, los papeles femeninos en España los representaban niños.

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